La navidad estaba asociada a la pólvora. En todas las casas, de una u otra forma se compraba pólvora que se utilizaba en las novenas reservando la mayor cantidad para la noche del 24 de diciembre.
Recuerdo el espectáculo de cada 24 y cada 31 desde la terraza de la casa de mis padres observando a toda la ciudad. A las 12 de la noche en cada casa lanzaban un poderosa bomba multicolor fabricada por una empresa de la región.
Junto a ese recuerdo estaba el del exagerado ruido de la pólvora artesanal y la cantidad de accidentes que se conocían.
Una mañana temprano fui a la casa de un tío que vivía al lado y encontramos que toda su ropa estaba negra. Nos contó que habían comprado una cantidad grande de pólvora, los famosos voladores y otros explosivos, y al regresar a la casa de repente hizo explosión. Se salvaron de milagro porque en la juerga habían decidido usar una camioneta pick-up y sentarse en el platón.
Cuando mis hijos nacieron ya mi entusiasmo por la pólvora comenzaba a decaer. Era una diversión cara y peligrosa. Afortunadamente cuando ellos crecieron no mostraron interés en esa vieja afición navideña.
Iba a escribir que cada día se escuchaba menos el sonido de los voladores. Y en ese preciso instante sonaron varios en mi vecindad.
Durante varios años ese sonido se asociaba con la llegada de diciembre, las vacaciones, la música y el reencuentro con muchos amigos que vivían en otras partes.
Pero cuando a mi generación le correspondió su dosis de violencia, esos sonidos dejaron de alegrar porque recordaban disparos o estallido de bombas.
El año pasado el cura de mi barrio, recién llegado de un pueblo, decidió llamar a sus feligreses a las novenas con poderosas cargas de pólvora a las cuatro de la mañana. Parece que el entusiasta curita recibió una amable reconvención del Obispo porque en la primera madrugada de novena no nos regaló su concierto de pólvora.
Poco a poco la acción de las autoridades y la falta de interés de la gente nos llevará a que esa pólvora explosiva y artesanal desaparezca. Quedará en los pueblos y se convertirá en parte de su atractivo siempre y cuando no sea a la madrugada como las campanas parroquiales.
Pero por el momento, los medios de comunicación nos muestran la gran cantidad de niños que siguen siendo víctimas de esta bárbara costumbre. Y eso es imperdonable.
lunes, diciembre 18, 2006
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1 comentario:
hOLA MI NOMBRE ES sANTIAGO Y VIVO EN eL sALVADOR, Todos tenemos experiencias diferentes en la vida y diferentes formas de pensar.
Para mi el uso de pirotecnicos con responsabilidad es sinonimo de fiesta, alegria, diversion, en mi familia todos los años los disfrutamos.
Cuando se habla de niños que se accidentan con polvora es algo muy triste, pero todos sabemos que los pirotecnicos no son para niños, ademas en todos los campos ocurren accidentes por miles y miles y que no solo dejan secuelas como los muestran en propagandas tenebrosas, hay tantos accidentes en vehiculos, en bicicletas, atropellados, incluso con los alimentos que no dejan secuelas sino que los llevan a la muerte que es peor.
No entiendo el porque se empecinan en ir en contra de nuestras tradiciones que son tan bellas, talvez para intentar ocultar el daño mortal que causan otros articulos pero que vienen de compañias poderosas, como el alcohol, el cigarro, la droga, la contaminacion de parte de los gases de los vehiculos, las armas de fuego que tantas vidas de niños nos han quitado.
Por favor ya basta en ir en contra de nuestras hermosas tradiciones, hagamoslo con responsabilidad y disfrutemos con responsabilidad, recordando que los cuetes no son para niños, los adultos somos los que tenemos que encenderlos y los niños disfrutarlos viendo, no permitas que te quiten tus tradiciones, no permitas que te coloquen un velo para que no puedas ver las realidades que te quieren ocultar, todo aquello que en verdad nos destruye o nos lleva a la muerte.
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