Quien escribe estas líneas se puede considerar como seriamente afectado por la acción de una de las guerrillas colombianas.
Pero esto nunca me llevó a creer que la salida para defenderse estaba en organizaciones distintas a las Fuerzas Armadas.
No era fácil creer esto hace unos años porque existía la sensación real o infundada de que las fuerzas del estado eran incapaces de contener la acción de la subversión.
Y con el apoyo inicial de los hacendados y del gobierno nacieron las autodefensas también denominadas paramilitares.
Al poco tiempo esas fuerzas se corrompieron porque encontraron que el narcotráfico y los recursos públicos les proveían de muchos más fondos de los que les suministraban los empresarios rurales.
Y en muy poco tiempo llegaron a tener un tamaño y un poder insospechado. Los hacendados se dieron cuenta de que los paramilitares se hacían a la propiedad de las mejores tierras a las buenas o a las malas.
Ahora Colombia se ve abocada a corregir una terrible desviación histórica.
Y no ha sido fácil porque las autodefensas se sentían triunfadoras y poseedoras de un importante poder político. Además gozaban de cierta legitimidad como defensoras de los ciudadanos frente a las atrocidades de las guerrillas.
Pero a medida que se conocen mejor sus actividades y se sabe que en muchas regiones aparte de eliminar o “desaparecer” a muchos compatriotas, se tomaron por asalto servicios como el de la salud, su legitimidad desaparece.
En los próximos meses vamos a tener que presenciar o participar en un cambio dramático de la percepción nacional sobre las autodefensas. Y esto trae unas consecuencias que de momento no podemos precisar.
miércoles, octubre 18, 2006
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