Anoche me encontré con un amigo que se lamentaba que aquí ser de derecha era un estigma. No pude contestarle en el momento porque se iniciaba la reunión que nos convocaba pero debí enviarle un mensaje con el título de este escrito.
La guerrilla colombiana ha cometido y sigue cometiendo delitos atroces. Todavía tenemos muchos secuestrados y algunos de ellos llevan más de ocho años viviendo en penosos campos de concentración en la selva. Justamente esta mañana escuché que nuevamente unos soldados habían caído en un campo minado de la guerrilla.
Hicieron y hacen lo mismo que han hecho los paramilitares. En el entorno cercano de casi todos los colombianos alguien murió o fue secuestrado por parte de la guerrilla en los últimos veinte años. Se aprovecharon de los recursos públicos municipales y departamentales, asesinaron, secuestraron, usurparon tierras y también hicieron tráfico de estupefacientes.
Al igual que los paramilitares lograron infiltrar sectores tan importantes como los de educación, salud y justicia.
Pero nada, ni siquiera eso justifica las atrocidades que se cometieron por parte de las personas que decidieron hacer justicia por su propia mano.
Quien escribe estas líneas podría argumentar que tenía motivos de resentimiento contra la guerrilla pero nunca pensó en utilizar sus mismas armas.
El estado permitió que la guerrilla creciera e hizo creer a la gente que era incapaz de enfrentarla. Incluso en reuniones a las que asistí, funcionarios de muy alto nivel del gobierno estimularon las acciones de autodefensa de los ciudadanos.
Y desde hace mucho tiempo los altos dirigentes nacionales sabían el camino que estaban tomando los líderes de esas organizaciones irregulares. Pero, seamos sinceros, se hicieron los de la vista gorda con fundamento en que el enemigo de tu enemigo es tu amigo. Igual le pasó a Estados Unidos cuando consideró a Hussein un aliado contra Irán.
Se aproxima el momento de demostrarnos a nosotros mismos y al mundo que en Colombia existe justicia y que el estado es fuerte para garantizar los derechos de las personas.
Pero mientras tanto se conocerán muchas cosas que se sospechaban o ignoraban y que nos causarán dolor. Es necesario. No tiene sentido negar las realidades.
Algunos de uno u otro lado van a tratar de obtener ventajas para garantizar su tranquilidad. Por eso las próximas elecciones regionales tienen una gran importancia. Contra lo que opinaría un analista sensato, se van a jugar los restos para hacerse a un poder que les permita negociar mejor.
Y la guerrilla y sus aliados? Quieren jugar también en estas elecciones y son los menos interesados en que salgan a la luz sus acciones. Una prueba de ello fue una entrevista de radio al Senador Jorge Robledo quién intentó eludir el tema de la Gobernación del Tolima.
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