Hace unos meses llegué a un pueblo de Santander para asistir al otro día a un consejo comunal del presidente de la república. Eran las cinco y treinta de la tarde y pedimos una cerveza en una de las tiendas de la plaza principal.
Amablemente nos sirvieron una cerveza a cada uno pero nos advirtieron que a partir de las seis de la tarde se iniciaba una veda de alcohol o “ley seca” como la llamamos en Colombia.
Me viene a la mente este recuerdo porque con motivo de la visita del Presidente Bush a Bogotá, las autoridades han proclamado nuevamente la restricción de consumo de bebidas alcohólicas. Que se aplique en Bogotá me parece un anacronismo, pero que se aplique en una ciudad como Bucaramanga a más de cuatrocientos kilómetros de distancia me parece una estupidez.
Al parecer todavía no olvidamos al borracho de pueblo que lanzaba vivas al partido político de sus amores y abajos al de sus desafectos.
Será que nada ha cambiado? Me temo que esto de la restricción del alcohol y la prohibición del acompañante en las motocicletas son una especie de fórmula sacramental de las autoridades de policía.
En Colombia ni olvidamos ni aprendemos
viernes, marzo 09, 2007
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