Desde que tengo memoria sé que sus propietarios han usado el periódico como un arma contra quienes consideran sus enemigos.
En algunas ocasiones, debo reconocerlo, compartimos apreciaciones sobre ciertos personajes de la vida regional. Pero en los últimos años hemos comprendido que gracias a ese particular estilo lo que hacen es engrandecer a sus enemigos.
Casi todo el mundo, de una u otra manera, siente que ese diario le ha causado una ofensa injustificada en el transcurso de su vida. Ellos dirán que así es el periodismo y que no tienen contemplaciones con nadie en especial. Pero eso no es cierto porque sí tienen favoritos. Y favoritos que por razones graves o nimias pueden caer en desgracia.
Pero todo esto que he escrito tiene un objetivo concreto. Los días 11 y 12 de marzo de 2007 han aparecido avisos en primera página de Vanguardia Liberal de Bucaramanga en donde se conmina a comparecer a un vendedor de carne que no ha pagado una deuda a una de las empresas del accionista mayoritario del periódico.
Pobre diablo ese personaje que osó no pagarle una deuda al dueño de Vanguardia. ¿Se atreverá a hacer lo mismo con una persona que tenga acceso a abogados o a otros medios de defensa?
Vivir en provincia es agradable pero se expone uno a esas arbitrariedades. En otras partes de Colombia pueden suceder cosas peores.
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