domingo, enero 13, 2008

¿Hay que tomar a Chávez en serio?

Esta fue la gran pregunta que todos nos hicimos durante mucho tiempo porque no había una cabal coincidencia entre sus palabras y sus hechos.
A pesar de todo lo que ha pasado, el consumismo desenfrenado parecía no tener fin. Estábamos presenciando una revolución de BMW y etiqueta azul. Mucha de la aristocracia del valle de Caracas había emigrado pero la fiesta continuaba.
Como ha ocurrido allá y acá, las caras cambian pero todo sigue muy parecido. Con menos clase y con rostros mulatos pero con más ambición de dinero rápido.
Las relaciones con Colombia tenían altibajos pero el comercio fluía con mucha dinámica y en poco menos de diez años se había duplicado. Nos dimos el lujo de nombrar como Embajador a una persona sin mayor experiencia en diplomacia pero con grandes y probadas destrezas en el mundo de los negocios. Era eso lo que se quería.
Todo esto ha cambiado de manera dramática con los últimos acontecimientos a raíz del acuerdo humanitario con las FARC.
Mis inquietudes tienen que ver con las declaraciones del Presidente Chávez a la Asamblea Nacional de Venezuela. Habría sido capaz de escuchar el largísimo discurso sobre el estado de la nación porque habría apartado un mejor contexto a sus palabras sobre Colombia. Pero nadie sensato del extranjero hace esa transmisión. Me he enterado que esa parte, la que tiene que ver con Colombia, no estaba en el discurso escrito que le habían preparado sus asesores. Pero eso no quiere decir que todas sus palabras, sus acentos, sus repeticiones no hayan sido cuidadosamente estudiadas.
Esa Venezuela, la de Chávez, que parece ser la mayoría, apoya su proyecto y aplaude vigorosamente la propuesta de darle el estatuto de beligerantes a las FARC y al ELN.
Quisiera saber si las FARC pueden presentar un territorio donde ejerzan dominio y puedan argumentar algo parecido a soberanía. De existir, no tendría sentido la discusión sobre una zona de despeje o de encuentro. Se hace en el propio territorio y punto porque allí tengo todas las garantías.
Pero estamos ante un Jefe de Estado y un Congreso que expresan su intención de darle a la subversión una connotación política que conduce a reconocerlos como estado.
¿Cuál será o debe ser la reacción de Colombia? . Esa es la gran respuesta a tremenda provocación.
Aparte de dar un respaldo institucional y firme a nuestras instituciones y autoridades tenemos que hacer mucho más.
Quizás ha llegado la hora de hacer algunos cambios y buscar que la posición de país y nación se haga mucho más sólida.
Y, para ello, hay que contar con muchos que de momento están aislados del gobierno.
Quizás este jefe de estado lenguaraz, rico pero también inteligente, está dándonos el incentivo para comenzar a sentar las bases de un nuevo y gran acuerdo nacional que nos permitirá tener un estado más eficiente y eficaz y una sociedad más comprometida con las necesidades de cada ciudadano. A ese acuerdo se tendrán que sumar esas guerrillas ricas y tramposas que se niegan a reconocer el paso del tiempo y el cambio de realidades.

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