martes, abril 01, 2008

A mi tampoco me gusta

Poco a poco, demasiado lento, avanzan las investigaciones sobre la para-política en Colombia.
Se han venido judicializando las conductas de muchas personas que hicieron pactos con los paras para ser elegidos en las corporaciones públicas. Falta mucho porque de una u otra manera el sistema político colombiano se desnaturalizó hace mucho tiempo.
Pero no solo la política, basta salir a las calles para ver el comportamiento de las gentes. Hagamos abstracción del desorden y la suciedad que nos invade y miremos quienes conducen los nuevos automóviles. Miremos la actitud de la gente que bloquea una calle sin pensar en los vecinos. Todo, o casi todo, está tomando esa característica de haga lo que se le de la gana. Los que amenazan porque defienden contratos mal habidos.
La Justicia colombiana ha comenzado a actuar en algunas regiones y con ciertos personajes. Pero faltan las regiones más importantes y entrarle al tema más grueso, las elecciones territoriales.
Cuando era joven me sentí atraído por la política pero muy pronto comprendí que eso ya tenía dueños y que carecía de la ambición desaforada de dinero y gloria. Decían que había que trabajar mucho para hacer política. Pero no en el Congreso con las leyes y los debates. El trabajo era con la clientela ávida de dinero y de puestos en la administración. Esos llamados “líderes de barrio” son en muchos casos unos verdaderos delincuentes que la piden plata a todos y solo se comprometen con el mejor postor.
Ahora nos enfrentamos a la situación muy penosa de tener más de cincuenta congresistas judicializados por sus nexos con los paras. Intentar elegir un nuevo Congreso sería una buena fórmula para dentro de treinta años. Lamentablemente, si hacemos elecciones el año entrante, estos personajes se harían reelegir nuevamente o quienes los reemplacen están imbuidos por los mismos principios perversos. Se podría optar por suprimir el horroroso y corrupto voto preferente y tomar otras decisiones similares pero el problema seguiría.
¿Acabar con una o dos generaciones de políticos?. Esto es decir que se instauraría una dictadura en el país. No es el mejor de los remedios definitivamente. Porque la mayoría de estos personajes se camuflarían en el gobierno o se convertirían en contratistas del estado.
Lo más sensato sería, sin dejar de pensar en las ideas de hacer un cambio constitucional drástico, seguir acompañando a las Altas Cortes en su labor. Tenemos que conocer toda la verdad para que no se nos escapen muchos que están agazapados esperando que alguien diga: tapen, tapen, ya no sigamos más.

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