sábado, mayo 26, 2007

¿De verdad?

Muchos en Colombia sostienen que no seríamos capaces de sobrevivir si tuviésemos que enfrentarnos con la cruel verdad. Quizás saben mucho o tal vez no quieren que se sepan más detalles de la triste realidad.
Pero a la mayoría de los colombianos nos aclararían muchas cosas. Muchos empresarios exitosos dejarían de serlo, muchos maridos intachables perderían su fama. Y muchos que van a misa y se dicen cristianos de fe quedarían en evidencia frente a sus comportamientos.
Y otros, que probablemente no han sido valorados, podrían retomar un lugar importante en la sociedad.
¿Y cuál es la verdad? La verdad procesal o sea a la que se llega en un proceso después de cotejar y valorar las pruebas? O un verdad social en el sentido de que la sociedad se ponga de acuerdo en reconocer y aceptar ciertos hechos como ciertos?
El asunto no es fácil porque no podemos dejar atrás a la legislación penal local e internacional. Pero, unos y otros, tendremos que dejar de justificar o explicar todas las barbaridades que se han cometido en los últimos años. El si me matan, mato, si me roban robo, si me secuestran desaparezco no puede continuar.
No es fácil encontrar la verdad en Colombia. Hay demasiados intereses, demasiado dinero en juego. Además estamos acostumbrados a mentir, a vivir de apariencias.
Si el negocio del tráfico de estupefacientes perdiera su atractivo o se desplazara a otro lugar, sería quizás más fácil. Pero seguimos dando esa lucha inútil.
Creo que a pesar de los esfuerzos que se han hecho, la corrupción persiste porque los infractores en lugar de ir a la cárcel se vuelven candidatos.
Y nuestro sistema de justicia tiene muchos problemas. La legislación parece elaborada para favorecer a los pícaros y nuestros funcionarios judiciales de todo nivel no pueden o no quieren entender las exigencias de celeridad que plantean las actuales circunstancias.
En plena crisis del Tratado de Libre Comercio nuestro Fiscal General estaba en los Estados Unidos buscando recursos para la vital organización que preside. La escasez de dinero debe ser muy delicada porque como se ha podido observar después, el problema que tiene Colombia en ese país tiene mucho que ver con la poca credibilidad que tienen en nuestro sistema penal.
Ante todos estos problemas no podemos cruzarnos de brazos y entregarnos a la fatalidad. Hay que seguir apostando porque Colombia asuma su responsabilidad en el problema de violencia de los últimos sesenta años.

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