Tengo pendiente una larga conversación con una vieja amiga que ha vivido la mayor parte de su vida en una ciudad de la costa atlántica.
Sin embargo, en el correo en donde me dice que acepta y desea esa conversación me recuerda muy claramente lo que sucedía en esas regiones antes de la llegada de los paramilitares.
¿Era ese el único camino posible?. Con asesinatos, despojos de tierra, aprovechamiento de los recursos públicos, narcotráfico?. Definitivamente no lo era, pero los gobernantes de las dos décadas anteriores hicieron creer a la gente que el único camino para vencer a la guerrilla y para derrotar a la corrupción era por un camino fuera de la ley.
Nunca podré olvidar lo que sucedió en las elecciones de Congreso de 2002 y en las territoriales de 2003. De la noche a la mañana, personas sin gran trayectoria resultaron elegidos al Congreso. Y otros incrementaron de manera sustancial su votación.
En el momento de iniciar su negociación los paramilitares no estaban derrotados en el terreno militar y mucho menos en el político. Pero, con el paso del tiempo han ido perdiendo terreno ante la opinión pública cuando se hicieron evidentes todos sus horribles desmanes.
¿Quién tiene la culpa de estos crímenes?. Además de sus autores materiales e intelectuales, buena parte de la responsabilidad le cabe a sectores de la sociedad colombiana. Probablemente no alcancemos a saber quienes fueron todos los instigadores por acción u omisión. Nadie me puede negar que en muchas mesas de reuniones los presentes justificaban esas atrocidades.
Los colombianos creímos que el camino de la violencia era posible para solucionar los problemas que nos aquejan. ¿Qué decir de las guerrillas y sus ideólogos urbanos que siempre han justificado el odio y la violencia?.
Después de arrepentirnos, tenemos que creer firmemente en que solo la institucionalidad emanada de las leyes nos salvarán. En los momentos actuales todavía estamos lejos de eso porque solamente creemos en el presidente pero no en el Estado.
La Corte Suprema de Justicia que había estado enfrascada en inútiles disputas con otras corporaciones de justicia, ha intentado dar un ejemplo y marcar una pauta. ¿Será que el aparato jurisdiccional sigue esa pauta? No parece.
¿Y qué pensar de la Fiscalía General de la Nación?
lunes, enero 29, 2007
jueves, enero 25, 2007
Pacto Social
En Colombia ha ganado terreno la teoría que afirma que aquí nadie puede hablar porque todos de una u otra forma estamos “untados”.
La última de estas afirmaciones proviene de un personaje que ha debido estar encarcelado hace muchos años. El Senador De la Espriella dijo y todos los medios le han dado gran trascendencia que las conversaciones de Andrés Pastrana con las FARC antes de su elección a la presidencia se puede considerar en el mismo terreno de la ética y moral que las que ellos sostuvieron con los paramilitares en el llamado “Acuerdo de Ralito”.
Afirma que ambas estaban dirigidas hacia conquistar el poder y no entiende el escándalo por unas y el silencio por otras.
En igual sentido, pero expresadas con mucha sutileza escuchamos declaraciones del Gobierno aludiendo a los contactos de algunos políticos con la guerrilla. Pero, hasta el momento, nada había salido a la luz pública. ¿Será que esas alusiones tangenciales se referían al expresidente Pastrana o por el contrario tienen información específica sobre algunos ciudadanos?
No vamos a defender a uno o al otro. Hemos puesto este ejemplo para intentar demostrar que estamos todavía muy lejos de un verdadero pacto social que nos permita vivir en paz a los colombianos.
Hicimos una constitución en 1991 y creímos que ese era un primer remedio para superar una terrible violencia que padecíamos en esos momentos. Pero después vinieron otras, animadas por la guerrilla y por los paramilitares. Si pudiésemos encontrar elementos comunes para explicar nuestras violencias tendríamos que anotar siempre al narcotráfico, la corrupción y la ineficiencia del estado.
Hemos hecho intentos, los seguimos haciendo, pero los problemas siguen porque la sociedad colombiana aún no ha asimilado lo que ha sucedido y no ha hecho un real acto de contrición. El rechazo al narco es apenas de dientes para afuera, la corrupción permanece, y no hemos asumido la parte de culpa por los horribles crímenes de los paramilitares.
Creemos que el presidente Uribe nos va a conducir a un mejor país gracias a su capacidad de trabajo y a su tenacidad. Pero nosotros seguiremos siendo los mismos y aún no nos arrepentimos de nada.
¿Será posible un nuevo gran acuerdo político y social que permita llevar a Colombia al sitio que se merece por su gran potencial?
Permítanme ser escéptico. Yo lo que veo es un interés por buscar una nueva reelección de Uribe y mantenernos a salvo, por el momento, de ese gran pacto social.
La última de estas afirmaciones proviene de un personaje que ha debido estar encarcelado hace muchos años. El Senador De la Espriella dijo y todos los medios le han dado gran trascendencia que las conversaciones de Andrés Pastrana con las FARC antes de su elección a la presidencia se puede considerar en el mismo terreno de la ética y moral que las que ellos sostuvieron con los paramilitares en el llamado “Acuerdo de Ralito”.
Afirma que ambas estaban dirigidas hacia conquistar el poder y no entiende el escándalo por unas y el silencio por otras.
En igual sentido, pero expresadas con mucha sutileza escuchamos declaraciones del Gobierno aludiendo a los contactos de algunos políticos con la guerrilla. Pero, hasta el momento, nada había salido a la luz pública. ¿Será que esas alusiones tangenciales se referían al expresidente Pastrana o por el contrario tienen información específica sobre algunos ciudadanos?
No vamos a defender a uno o al otro. Hemos puesto este ejemplo para intentar demostrar que estamos todavía muy lejos de un verdadero pacto social que nos permita vivir en paz a los colombianos.
Hicimos una constitución en 1991 y creímos que ese era un primer remedio para superar una terrible violencia que padecíamos en esos momentos. Pero después vinieron otras, animadas por la guerrilla y por los paramilitares. Si pudiésemos encontrar elementos comunes para explicar nuestras violencias tendríamos que anotar siempre al narcotráfico, la corrupción y la ineficiencia del estado.
Hemos hecho intentos, los seguimos haciendo, pero los problemas siguen porque la sociedad colombiana aún no ha asimilado lo que ha sucedido y no ha hecho un real acto de contrición. El rechazo al narco es apenas de dientes para afuera, la corrupción permanece, y no hemos asumido la parte de culpa por los horribles crímenes de los paramilitares.
Creemos que el presidente Uribe nos va a conducir a un mejor país gracias a su capacidad de trabajo y a su tenacidad. Pero nosotros seguiremos siendo los mismos y aún no nos arrepentimos de nada.
¿Será posible un nuevo gran acuerdo político y social que permita llevar a Colombia al sitio que se merece por su gran potencial?
Permítanme ser escéptico. Yo lo que veo es un interés por buscar una nueva reelección de Uribe y mantenernos a salvo, por el momento, de ese gran pacto social.
lunes, enero 22, 2007
La pasion por el futbol
Esta mañana escuché por el radio las precisas opiniones de unos comentaristas deportivos acerca del último partido del equipo colombiano que compite en el campeonato suramericano de fútbol en categoría juvenil.
Ellos hablaban de los errores y escasos aciertos de nuestros compatriotas en el último partido frente a Uruguay.
Por supuesto yo no puedo hablar de eso porque no soy un comentarista experto en las tácticas y estrategias de cada partido.
Yo opino sobre lo que veo. Y digo que Colombia no progresa, sigue jugando a eso que el los últimos años de la década anterior le dio algunos resultados. Pero eso, no gana porque es lento, sin sorpresa, previsible. Acá inventamos que lo nuestro era eso, el regate, la lentitud, el pase corto. Y eso no sirve en el fútbol moderno.
En un viaje a Europa un taxista español me dijo que para hacer pases largos era necesario tener inteligencia. Yo me indigné con el comentario pero viendo a estos muchachos de ahora pienso que el taxista no está muy equivocado. Nosotros ya no sabemos jugar al fútbol moderno. Jugamos algo parecido al fútbol sala o al fútbol de veteranos. No sabemos hacer un pase largo, no sabemos marcar, todavía creemos que los pases solamente pueden ser cortos y lentos porque si son a espacios vacíos y largos eso es algo horroroso que los periodistas llaman “jugar al pelotazo”.
Me han salido con la historia de que el problema de ahora es que salvo uno o dos en este equipo no hay buenos jugadores. Pero yo veo en estos muchachos los mismos problemas de siempre.
Queremos tener jugadores de estatura pero no sabemos cobrar tiros de esquina y menos lanzar tiros para que los atacantes golpeen el balón con la cabeza.
Por qué nos pasa eso? . Quisiera preguntar cuantos de estos muchachos pasaron en su niñez por una escuela en donde les enseñaran los fundamentos claves del deporte. O será que acá creemos todavía que eso del fútbol es natural, nace con la gente? .
En todos los deportes a los principiantes se les enseñan las técnicas básicas del deporte y progresivamente la enseñanza se hace más especializada. En el fútbol colombiano parece que no porque es un deporte de pobres.
Otros países como los Estados Unidos, muy nuevos en este deporte que ellos llaman soccer, ya nos han derrotado en campeonatos mundiales. En poco tiempo ellos serán muy superiores porque allá si enseñan a los niños a jugar y practicar el deporte.
Como aficionados sabíamos que este equipo no podía llegar lejos pero la derrota frente a Chile puso en evidencia lo que somos. Y eso duele.
Ellos hablaban de los errores y escasos aciertos de nuestros compatriotas en el último partido frente a Uruguay.
Por supuesto yo no puedo hablar de eso porque no soy un comentarista experto en las tácticas y estrategias de cada partido.
Yo opino sobre lo que veo. Y digo que Colombia no progresa, sigue jugando a eso que el los últimos años de la década anterior le dio algunos resultados. Pero eso, no gana porque es lento, sin sorpresa, previsible. Acá inventamos que lo nuestro era eso, el regate, la lentitud, el pase corto. Y eso no sirve en el fútbol moderno.
En un viaje a Europa un taxista español me dijo que para hacer pases largos era necesario tener inteligencia. Yo me indigné con el comentario pero viendo a estos muchachos de ahora pienso que el taxista no está muy equivocado. Nosotros ya no sabemos jugar al fútbol moderno. Jugamos algo parecido al fútbol sala o al fútbol de veteranos. No sabemos hacer un pase largo, no sabemos marcar, todavía creemos que los pases solamente pueden ser cortos y lentos porque si son a espacios vacíos y largos eso es algo horroroso que los periodistas llaman “jugar al pelotazo”.
Me han salido con la historia de que el problema de ahora es que salvo uno o dos en este equipo no hay buenos jugadores. Pero yo veo en estos muchachos los mismos problemas de siempre.
Queremos tener jugadores de estatura pero no sabemos cobrar tiros de esquina y menos lanzar tiros para que los atacantes golpeen el balón con la cabeza.
Por qué nos pasa eso? . Quisiera preguntar cuantos de estos muchachos pasaron en su niñez por una escuela en donde les enseñaran los fundamentos claves del deporte. O será que acá creemos todavía que eso del fútbol es natural, nace con la gente? .
En todos los deportes a los principiantes se les enseñan las técnicas básicas del deporte y progresivamente la enseñanza se hace más especializada. En el fútbol colombiano parece que no porque es un deporte de pobres.
Otros países como los Estados Unidos, muy nuevos en este deporte que ellos llaman soccer, ya nos han derrotado en campeonatos mundiales. En poco tiempo ellos serán muy superiores porque allá si enseñan a los niños a jugar y practicar el deporte.
Como aficionados sabíamos que este equipo no podía llegar lejos pero la derrota frente a Chile puso en evidencia lo que somos. Y eso duele.
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