viernes, abril 27, 2007
Se cayó el sistema eléctrico!
El apagón de ayer me hizo recordar con cierta nostalgia el de 1992. Todo en perspectiva se ve mejor.
Las pérdidas económicas han sido muy importantes y con gran rapidez algunos se atreven a cuantificarlas. ¿Esas cuatro horas bajarán mi factura de energía?. Por supuesto que no.
Como consecuencia de la crisis energética de 1992 el Estado estimuló a los empresarios para que hicieran inversiones en plantas térmicas. Pero el sistema no se aprovechó de ellas y algunas tuvieron que ser apagadas y desmanteladas.
Salvo las inversiones que sigue haciendo EPM, el país no ha vuelto a hacer inversiones importantes en proyectos eléctricos. Se dice que las hidroeléctricas deberán ser construidas por el sector privado pero no ha sido fácil encontrar inversionistas que asuman ese riesgo que implica un largo período de recuperación de la inversión.
Y aunque no soy experto me parece que algo tiene que estar fallando en la red nacional.
Por muchas razones y una de ellas la seguridad nacional el país entero no se puede quedar sin energía ni siquiera tres minutos.
Afortunadamente la red de telefonía convencional y móvil funcionó sin problemas.
¿Tienen las dependencias claves del estado sistemas de emergencia que les den cobertura?. El conjunto denominado CAN en la autopista Eldorado de Bogotá tiene algún sistema especial que lo proteja?
Aprovechemos esta desgracia para implementar procesos y tomar decisiones que eviten que un problema de estos vuelva a tener las mismas repercusiones.
miércoles, abril 25, 2007
Aprendiendo
Este weblog lo inicié para practicar la disciplina de escribir.
Pero la razón más importante que me ha motivado ha sido la de compartir reflexiones con mis hijos.
Durante un tiempo quise saber el número y calidades de los lectores e instalé un programa que me permitía ver el lugar desde donde consultaban mi página.
Por fortuna no lo he podido volver a mirar y no solo porque los lectores son pocos sino porque me parece un acto de narcisismo.
Escribo lo que me parece, lo que voy viendo sobre este país. Todavía no soy capaz de expresar muchas de mis reflexiones porque no encuentro las palabras. Iré aprendiendo con el paso del tiempo.
A sabiendas de mis escasos lectores, podría escribir cosas atroces sobre Colombia porque en este país uno puede, sin mentir, escribir sobre temas bellos y sobre los crímenes más salvajes. Pero no hay que caer en los extremos y lo que yo intento es buscar unas posiciones centradas, constructivas, útiles.
Aunque muchos de mis paisanos lo merecen, no quiero hacer diatribas ni atacar a nadie en particular. En una ocasión escribí algo sobre Vanguardia Liberal porque me mortificaron unos avisos que allí se publicaron. En la medida de lo posible no lo volveré a hacer de ese modo.
Les ruego a mis lectores un poco de paciencia con mis obsesiones y mis limitaciones en el arte de la escritura. Igualmente, nos educaron para guardar los sentimientos porque el que los hacía explícitos salía derrotado. Un amigo decía: “el que se enamora pierde”. En este ejercicio trataré de olvidar eso que la vida me enseñó.
Pero la razón más importante que me ha motivado ha sido la de compartir reflexiones con mis hijos.
Durante un tiempo quise saber el número y calidades de los lectores e instalé un programa que me permitía ver el lugar desde donde consultaban mi página.
Por fortuna no lo he podido volver a mirar y no solo porque los lectores son pocos sino porque me parece un acto de narcisismo.
Escribo lo que me parece, lo que voy viendo sobre este país. Todavía no soy capaz de expresar muchas de mis reflexiones porque no encuentro las palabras. Iré aprendiendo con el paso del tiempo.
A sabiendas de mis escasos lectores, podría escribir cosas atroces sobre Colombia porque en este país uno puede, sin mentir, escribir sobre temas bellos y sobre los crímenes más salvajes. Pero no hay que caer en los extremos y lo que yo intento es buscar unas posiciones centradas, constructivas, útiles.
Aunque muchos de mis paisanos lo merecen, no quiero hacer diatribas ni atacar a nadie en particular. En una ocasión escribí algo sobre Vanguardia Liberal porque me mortificaron unos avisos que allí se publicaron. En la medida de lo posible no lo volveré a hacer de ese modo.
Les ruego a mis lectores un poco de paciencia con mis obsesiones y mis limitaciones en el arte de la escritura. Igualmente, nos educaron para guardar los sentimientos porque el que los hacía explícitos salía derrotado. Un amigo decía: “el que se enamora pierde”. En este ejercicio trataré de olvidar eso que la vida me enseñó.
martes, abril 24, 2007
Mirar al futuro
En estos días de agrios debates recordé algo de una mis más gratas visitas a España, hace 7 años.
Estaba en un pequeño pueblo de León, en la mitad de lo que se llama “Tierra de campos” y conversaba con los vecinos de una taberna mientras miraba las cigüeñas que se había apropiado del modesto campanario de la única iglesia local. Me sentía muy bien pero no encontraba la razón que explicara mi estado de ánimo porque no se trataba de un lugar de esos que nunca se borrarán de la memoria. El lugar apenas tenía una belleza rústica y la conversación no era particularmente notable. Al cabo de un rato encontré la respuesta. Me sentía seguro. Y eso produce muchas más satisfacciones que otras fugaces sensaciones.
A Colombia llegó la tranquilidad para muchas personas. No para todas, como podemos ver en las calles y leer en los medios escritos.
Tenemos que seguir consolidando esa tranquilidad porque los peligros subsisten. La delincuencia no cede y ameritaría un plan muy agresivo para enfrentarla.
Cada día trae su afán. El de hoy es distinto y muy inquietante porque puede tener graves consecuencias. La frágil institucionalidad que se ha construido se puede romper si unos y otros no encuentran consensos mínimos con miras al futuro.
Parece que la propuesta del Senador Petro no será considerada porque viene de alguien que despierta mucha desconfianza en uno y otro bando. En el Polo Democrático Alternativo no quieren nada distinto a la polarización. Y el Presidente Uribe está muy dolido por las constantes medias verdades de Petro.
Esperemos unos días a que sanen las heridas y sentémonos a conversar. La tarea es muy grande. Colombia no ha sido lo que prometía ser, estamos atascados en medio de unas reyertas homicidas y dejamos que los picaros y sinvergüenzas se sigan apoderando de todo.
Me imagino a esos bandidos tomando whiskey de etiqueta azul (los fabrican para ellos), muertos de la risa porque las peleas siguen y poco se fijan en ellos. Sus disfraces funcionan.
Estaba en un pequeño pueblo de León, en la mitad de lo que se llama “Tierra de campos” y conversaba con los vecinos de una taberna mientras miraba las cigüeñas que se había apropiado del modesto campanario de la única iglesia local. Me sentía muy bien pero no encontraba la razón que explicara mi estado de ánimo porque no se trataba de un lugar de esos que nunca se borrarán de la memoria. El lugar apenas tenía una belleza rústica y la conversación no era particularmente notable. Al cabo de un rato encontré la respuesta. Me sentía seguro. Y eso produce muchas más satisfacciones que otras fugaces sensaciones.
A Colombia llegó la tranquilidad para muchas personas. No para todas, como podemos ver en las calles y leer en los medios escritos.
Tenemos que seguir consolidando esa tranquilidad porque los peligros subsisten. La delincuencia no cede y ameritaría un plan muy agresivo para enfrentarla.
Cada día trae su afán. El de hoy es distinto y muy inquietante porque puede tener graves consecuencias. La frágil institucionalidad que se ha construido se puede romper si unos y otros no encuentran consensos mínimos con miras al futuro.
Parece que la propuesta del Senador Petro no será considerada porque viene de alguien que despierta mucha desconfianza en uno y otro bando. En el Polo Democrático Alternativo no quieren nada distinto a la polarización. Y el Presidente Uribe está muy dolido por las constantes medias verdades de Petro.
Esperemos unos días a que sanen las heridas y sentémonos a conversar. La tarea es muy grande. Colombia no ha sido lo que prometía ser, estamos atascados en medio de unas reyertas homicidas y dejamos que los picaros y sinvergüenzas se sigan apoderando de todo.
Me imagino a esos bandidos tomando whiskey de etiqueta azul (los fabrican para ellos), muertos de la risa porque las peleas siguen y poco se fijan en ellos. Sus disfraces funcionan.
domingo, abril 22, 2007
Los descendientes
Creo que personas como yo no recuperarán el terreno perdido en el país. Pero tenemos que librar una lucha feroz e inteligente contra la corrupción y el narcotráfico para que nuestros hijos y nietos recobren el lugar que les habría de corresponder.
Quizás resulte un reto abrumador!
Quizás resulte un reto abrumador!
Labels:
Colombia,
corrupción,
narcotráfico
Los objetivos
En estos días he estado recordando proyectos que no se realizaron. Míos, por supuesto, y de otros. ¿Qué sería de nosotros si todos se hubieran materializado?
Pero conozco a muchos que dicen que han cumplido todos sus objetivos de vida. ¿Yo pregunto cuáles? Los que tenían a los quince, a los treinta o a los sesenta años?
Pero conozco a muchos que dicen que han cumplido todos sus objetivos de vida. ¿Yo pregunto cuáles? Los que tenían a los quince, a los treinta o a los sesenta años?
jueves, abril 19, 2007
Un reconocimiento para Aturdido y Confuso
Estoy fascinado y muy gratamente sorprendido por la gran labor que viene realizando el blog CIUDAD DE PENSAMIENTO PLANO
Esta bella página me ha servido para mitigar un poco ese sentimiento que me invade cada día. Estoy viendo muy fea a la ciudad en la que nací.
Los años y la nostalgia suavizan todo, pero a pesar de eso debo decir que la Bucaramanga de los años sesenta era mucho mejor que la actual.
Las calles y avenidas llenas de rotos y mal remandadas por parches de pavimento. Y son las mismas de aquella época pero con diez veces más carros.
El ruido y la suciedad. Lo que antes era limpio y decoroso hoy es desordenado y feo.
Andenes rotos o mal reparados, antejardines descuidados o abandonados.
Locales comerciales en todas partes, en donde se le da la gana al empresario. Adecuados la mayoría de manera pobre y mediocre, con avisos que seguramente no cumplen con las normas de la ciudad.
Y la maldición de los taxis. Groseros y atrabiliarios, no respetan nada. Hacen sonar sus pitos con mucha frecuencia y se meten por todas partes. Las campañas para adecentar a estos personajes parecen inútiles.
Los escasos parques que quedan, nadie ha vuelto a construir uno enteramente nuevo, están mal cuidados y son usados por los jóvenes para beber y para escuchar música a todo volumen.
Por años hemos demostrado una ausencia total de generosidad con el espacio público. Ni una fuente, dos o tres esculturas que valen la pena, ningún empresario que haya dicho voy a sembrar y mantener una zona verde con árboles de buen tamaño. Nada, sólo cemento. Pocos edificios con arquitectura memorable.
Y esa avaricia se paga. Si no hacemos algo, esta ciudad que quiso llamarse bonita será una más de esas caóticas y feas ciudades de provincia en un país del tercer mundo.
miércoles, abril 18, 2007
Y quitaron el fuero
Pudo más la tradición que el sentido común. Definitivamente me iría muy mal como constitucionalista.
Y el caso del exsenador Álvaro Araújo pasará a la Fiscalía.
Me pregunto si este señor mantendrá el mismo sitio de reclusión o tendrá que ir a una cárcel común.
Y el caso del exsenador Álvaro Araújo pasará a la Fiscalía.
Me pregunto si este señor mantendrá el mismo sitio de reclusión o tendrá que ir a una cárcel común.
martes, abril 17, 2007
¿Racista y fragmentado?
A veces me dan ganas de gritar que a los habitantes de Santander nadie nos mira, que los medios nos ignoran, que desconocen nuestras realidades.
Un amigo me dijo que esa era la consecuencia de perder la guerra de los Mil Días. A Santander lo partieron en dos partes y lo excluyeron de las regalías de Panamá. Pero eso pasó hace cien años!
Me dan ganas también de elaborar argumentos parecidos a los de mis paisanos costeños y antioqueños a raíz de los últimos acontecimientos. Me contengo porque sé que en todas partes hay buenas y malas personas. Dejémonos de pendejadas como la santandereanidad, antioqueñidad y otras bobadas.
Hace unos años pensaba que este país comenzaba a aceptar su realidad mulata y mestiza pero creo que estaba equivocado, pensaba con el deseo. Sentimos un gran desprecio con las gentes del Chocó y poco hemos hecho para nivelar a Colombia.
Ese acuerdo al que siempre hago alusión tiene que pasar por entender, de una vez por todas, que si hacemos esfuerzos gigantes para tener un desarrollo nacional más homogéneo los problemas de violencia irán disminuyendo.
La semana pasada estuve tres días en Bogotá, ciudad que me encanta y siento propia porque allá hice mis estudios universitarios y trabajé en mis inicios. ¿Qué habría sido de este país si la capital de Colombia se hubiese localizado en una ciudad de tierra caliente como Honda o Girardot?
No quisiera recordar lo que sentía cuando varias veces tuve que atender a visitantes de esa región que de manera horrible llaman el eje cafetero. Se declaraban sorprendidos por el desarrollo urbanístico y el progreso de Bucaramanga. ¿No les parece que eso es el colmo del provincianismo, la ignorancia y la arrogancia?
Un amigo me dijo que esa era la consecuencia de perder la guerra de los Mil Días. A Santander lo partieron en dos partes y lo excluyeron de las regalías de Panamá. Pero eso pasó hace cien años!
Me dan ganas también de elaborar argumentos parecidos a los de mis paisanos costeños y antioqueños a raíz de los últimos acontecimientos. Me contengo porque sé que en todas partes hay buenas y malas personas. Dejémonos de pendejadas como la santandereanidad, antioqueñidad y otras bobadas.
Hace unos años pensaba que este país comenzaba a aceptar su realidad mulata y mestiza pero creo que estaba equivocado, pensaba con el deseo. Sentimos un gran desprecio con las gentes del Chocó y poco hemos hecho para nivelar a Colombia.
Ese acuerdo al que siempre hago alusión tiene que pasar por entender, de una vez por todas, que si hacemos esfuerzos gigantes para tener un desarrollo nacional más homogéneo los problemas de violencia irán disminuyendo.
La semana pasada estuve tres días en Bogotá, ciudad que me encanta y siento propia porque allá hice mis estudios universitarios y trabajé en mis inicios. ¿Qué habría sido de este país si la capital de Colombia se hubiese localizado en una ciudad de tierra caliente como Honda o Girardot?
No quisiera recordar lo que sentía cuando varias veces tuve que atender a visitantes de esa región que de manera horrible llaman el eje cafetero. Se declaraban sorprendidos por el desarrollo urbanístico y el progreso de Bucaramanga. ¿No les parece que eso es el colmo del provincianismo, la ignorancia y la arrogancia?
domingo, abril 15, 2007
Fuera bandidos!
Por ninguna razón se puede aceptar o tolerar a esos personajes que de pronto irrumpieron en la vida nacional y llegaron de malas maneras a altas investiduras del estado y ostentaron su dinero mal habido.
Dizque estaban defendiendo a la sociedad. En lo único que pensaron fue en enriquecerse.
En su oportunidad muchos lo dijimos y no prestaron atención.
Es la hora de la verdad. Nunca un crimen ha tenido justificación!.
Dizque estaban defendiendo a la sociedad. En lo único que pensaron fue en enriquecerse.
En su oportunidad muchos lo dijimos y no prestaron atención.
Es la hora de la verdad. Nunca un crimen ha tenido justificación!.
sábado, abril 14, 2007
Pasion por la aviacion
Tuve la fortuna de nacer en una ciudad que tenía un aeropuerto situado en lo que hoy puede ser el centro de la ciudad.
Volé por primera vez cuando era muy pequeño en los DC3 de Taxader y Avianca rumbo a Bogotá y a Barranquilla. Recuerdo un ventoso aeropuerto de Techo y los pequeños aeropuertos al borde del río Magdalena en los que se detenían los DC3 en sus viajes a la Costa.
Mi mejor juguete fue una avión de metal que plegaba las alas como los cazas monomotores de la Segunda Guerra Mundial. Creo que era un Corsair pero no lo puedo asegurar porque mi mamá que no bota nada, de esos aviones si se deshizo. Lo he preguntado en diversos almacenes de niños en Estados Unidos porque quería comprarlo para mis hijos varones que ahora comparten mi pasión. Pero nada, solamente los vi en una película de hace unos años.
Aún no entiendo porque no fui piloto. Pero aún levanto mis ojos al cielo cuando siento el ruido de un avión. Y como siempre ocurre uno se queda con lo que vio en la infancia.
En 1990 coincidí en un viaje con un israelí que trabajaba en el equipo de gobierno del partido Likud. Nos hicimos grandes amigos y una noche cuando hacíamos las reservas de nuestros viajes de regreso, mi amigo, judío al fin y al cabo, se puso a revisar las tarifas de los tiquetes aéreos. Y con fina ironía concluyó que la geografía había cambiado porque era más barato viajar de Tel Aviv a Nueva York en Panamerican que de Bogotá a la misma ciudad en Avianca.
Recientemente recordé esta historia porque me encontré con una noticia sobre el proyecto que algunos empresarios de oriente están gestando para hacer vuelos entre el sudeste asiático y Europa a precios más bajos que los que existen en temporadas bajas entre Colombia y Miami.
Usando el Internet, exactamente a travelocity.com, volví a comparar las tarifas entre Bogotá y Tel Aviv con Nueva York. Hemos avanzado, ahora son doscientos dólares más baratas las que se inician en esta tierra.
Cuando estaba en esas me encontré con otra noticia en la que se comentaba sobre la venta de acciones de Iberia y el posible interés de British Airways por adquirirlas. Una de las fortalezas de Iberia, decía el analista, eran sus tarifas a Latinoamérica frutos de convenios entre España y los países americanas. Pero se temía que al cambiar de manos esos privilegios podrían desaparecer.
Colombia que está en un proceso de globalización que apoyamos con energía, está aún muy atrasado en la liberación de los cielos. Si queremos que nos visiten muchos más turistas del exterior tenemos que deshacernos de estos convenios para que las tarifas se sitúen en los estándares internacionales.
¿En lugar de abrirle la puerta a empresas piratas como Air Madrid por qué no propiciamos que nos atiendan empresas como Southwest, Jetblue, Ryanair etc.?
lunes, abril 09, 2007
Reiner Maria Rilke
Letras
Se ha escrito que en Colombia hay más territorio que estado. Y no hay necesidad de ir al Chocó para darse cuenta de esa realidad.
Todos los días leo expresiones acerca de regiones o poblaciones “olvidadas por el estado”. Y escucho a personas que de manera airada demandan la intervención del estado para solucionar sus carencias.
Esas regiones olvidadas y personas furiosas han elegido sus representantes a los órganos de dirección del estado ya sea por convicción o a cambio de unos pocos pesos.
Nos quejamos por la falta de estado cuando estamos en estado de necesidad, pero todos los días hacemos cosas contra el estado o para desvirtuar sus fundamentos.
Y es que el estado colombiano propicia la rebeldía. A veces es absurdamente intervencionista y en otras está ausente. Somos celosísimos con revisar las etiquetas de los equipajes en los aeropuertos y terminales, estamos muy pendientes de inspeccionar el cumplimiento de los “picos y placas”, pero dejamos pasar muchas cosas, casi todas.
Para mencionar solamente algunos, nos gusta tomar el bus en cualquier parte, colocar avisos donde se nos antoja, detenernos a conversar en la mitad de una vía, sobornar a un policía, conducir borrachos en motocicleta etc. . Y por supuesto, no nos gusta pagar impuestos ya sea por evasión o porque los legisladores decidieron que solamente se cobran impuestos de renta a partir de cierto monto de ingresos anuales.
Esos que gritan frente al camarógrafo de televisión generalmente no pagan impuestos. Son pobres me dirán y yo respondo que sí y gracias a su actitud frente a la vida es muy probable que lo sigan siendo.
Este es un tema tabú en Colombia porque los políticos prefieren hacer promesas y otorgar subsidios en lugar de mejorar los sistemas para generar empleo en la población. Se proclaman defensores de los pobres pero lo que defienden son sus votos.
Desde la Colonia soñamos con un estado que no se meta en lo que nos interesa pero que nos socorra cuando lo necesitemos. Y otros creen que el estado es algo lejano que no nos pertenece pero que también nos tiene que dar cosas para saciar las escasas apetencias.
Es que los colombianos creemos todavía que al estado colombiano lo manejan unos pocos privilegiados. Creemos que no hacemos parte del estado y nos olvidamos del inmenso poder que nos ha dado la constitución.
La izquierda se preocupa de alimentar este sentimiento porque eso justifica a las guerrillas. Y aunque en los últimos tiempos dicen rechazar el camino de las armas para llegar al poder, con sus discursos dan a entender la no viabilidad de este sistema.
Como si los representantes de las izquierdas no hubieran tenido desde hace bastante tiempo una parte importante del poder público.
A comienzos de la década anterior la nación contemplaba como el narcotráfico y la guerrilla estaban acabando al país. Y una de nuestras respuestas fue la de fomentar la autodefensa de los ciudadanos. De una u otra manera, en lugar de calmar el fuego lo avivamos.
Y a unos ciudadanos dolidos, humillados y sin convicciones les dimos armas y poder para enfrentarse a la guerrilla. Al poco tiempo se dieron cuenta de la necesidad de mayores recursos e hicieron alianzas con los narcotraficantes que ya tenían sus propias estructuras de defensa. Y con la historia de que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” muchas personas hicieron causa común con unos maleantes tan malos como los que se perseguían.
Al cabo de los años entendimos que solamente el estado tenía el poder de la Justicia. Pero el daño ya estaba hecho.
Colombia tiene que castigar a quienes desde una u otra orilla han cometido tremendas atrocidades y se han robado los fondos públicos.
Y eso no se hace desde una perspectiva totalitaria. Solamente con un democracia y como consecuencia de un nuevo pacto. Y no me refiero a los pactos de Ralito o de San Rafael de Lebrija. Se trata de ponernos de acuerdo con un modelo de país para salir adelante.
Y ese pacto debe conllevar la decisión individual de cambiar y de entender que el progreso no es individual sino colectivo.
Todos los días leo expresiones acerca de regiones o poblaciones “olvidadas por el estado”. Y escucho a personas que de manera airada demandan la intervención del estado para solucionar sus carencias.
Esas regiones olvidadas y personas furiosas han elegido sus representantes a los órganos de dirección del estado ya sea por convicción o a cambio de unos pocos pesos.
Nos quejamos por la falta de estado cuando estamos en estado de necesidad, pero todos los días hacemos cosas contra el estado o para desvirtuar sus fundamentos.
Y es que el estado colombiano propicia la rebeldía. A veces es absurdamente intervencionista y en otras está ausente. Somos celosísimos con revisar las etiquetas de los equipajes en los aeropuertos y terminales, estamos muy pendientes de inspeccionar el cumplimiento de los “picos y placas”, pero dejamos pasar muchas cosas, casi todas.
Para mencionar solamente algunos, nos gusta tomar el bus en cualquier parte, colocar avisos donde se nos antoja, detenernos a conversar en la mitad de una vía, sobornar a un policía, conducir borrachos en motocicleta etc. . Y por supuesto, no nos gusta pagar impuestos ya sea por evasión o porque los legisladores decidieron que solamente se cobran impuestos de renta a partir de cierto monto de ingresos anuales.
Esos que gritan frente al camarógrafo de televisión generalmente no pagan impuestos. Son pobres me dirán y yo respondo que sí y gracias a su actitud frente a la vida es muy probable que lo sigan siendo.
Este es un tema tabú en Colombia porque los políticos prefieren hacer promesas y otorgar subsidios en lugar de mejorar los sistemas para generar empleo en la población. Se proclaman defensores de los pobres pero lo que defienden son sus votos.
Desde la Colonia soñamos con un estado que no se meta en lo que nos interesa pero que nos socorra cuando lo necesitemos. Y otros creen que el estado es algo lejano que no nos pertenece pero que también nos tiene que dar cosas para saciar las escasas apetencias.
Es que los colombianos creemos todavía que al estado colombiano lo manejan unos pocos privilegiados. Creemos que no hacemos parte del estado y nos olvidamos del inmenso poder que nos ha dado la constitución.
La izquierda se preocupa de alimentar este sentimiento porque eso justifica a las guerrillas. Y aunque en los últimos tiempos dicen rechazar el camino de las armas para llegar al poder, con sus discursos dan a entender la no viabilidad de este sistema.
Como si los representantes de las izquierdas no hubieran tenido desde hace bastante tiempo una parte importante del poder público.
A comienzos de la década anterior la nación contemplaba como el narcotráfico y la guerrilla estaban acabando al país. Y una de nuestras respuestas fue la de fomentar la autodefensa de los ciudadanos. De una u otra manera, en lugar de calmar el fuego lo avivamos.
Y a unos ciudadanos dolidos, humillados y sin convicciones les dimos armas y poder para enfrentarse a la guerrilla. Al poco tiempo se dieron cuenta de la necesidad de mayores recursos e hicieron alianzas con los narcotraficantes que ya tenían sus propias estructuras de defensa. Y con la historia de que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” muchas personas hicieron causa común con unos maleantes tan malos como los que se perseguían.
Al cabo de los años entendimos que solamente el estado tenía el poder de la Justicia. Pero el daño ya estaba hecho.
Colombia tiene que castigar a quienes desde una u otra orilla han cometido tremendas atrocidades y se han robado los fondos públicos.
Y eso no se hace desde una perspectiva totalitaria. Solamente con un democracia y como consecuencia de un nuevo pacto. Y no me refiero a los pactos de Ralito o de San Rafael de Lebrija. Se trata de ponernos de acuerdo con un modelo de país para salir adelante.
Y ese pacto debe conllevar la decisión individual de cambiar y de entender que el progreso no es individual sino colectivo.
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