martes, abril 24, 2007

Mirar al futuro

En estos días de agrios debates recordé algo de una mis más gratas visitas a España, hace 7 años.
Estaba en un pequeño pueblo de León, en la mitad de lo que se llama “Tierra de campos” y conversaba con los vecinos de una taberna mientras miraba las cigüeñas que se había apropiado del modesto campanario de la única iglesia local. Me sentía muy bien pero no encontraba la razón que explicara mi estado de ánimo porque no se trataba de un lugar de esos que nunca se borrarán de la memoria. El lugar apenas tenía una belleza rústica y la conversación no era particularmente notable. Al cabo de un rato encontré la respuesta. Me sentía seguro. Y eso produce muchas más satisfacciones que otras fugaces sensaciones.
A Colombia llegó la tranquilidad para muchas personas. No para todas, como podemos ver en las calles y leer en los medios escritos.
Tenemos que seguir consolidando esa tranquilidad porque los peligros subsisten. La delincuencia no cede y ameritaría un plan muy agresivo para enfrentarla.
Cada día trae su afán. El de hoy es distinto y muy inquietante porque puede tener graves consecuencias. La frágil institucionalidad que se ha construido se puede romper si unos y otros no encuentran consensos mínimos con miras al futuro.
Parece que la propuesta del Senador Petro no será considerada porque viene de alguien que despierta mucha desconfianza en uno y otro bando. En el Polo Democrático Alternativo no quieren nada distinto a la polarización. Y el Presidente Uribe está muy dolido por las constantes medias verdades de Petro.
Esperemos unos días a que sanen las heridas y sentémonos a conversar. La tarea es muy grande. Colombia no ha sido lo que prometía ser, estamos atascados en medio de unas reyertas homicidas y dejamos que los picaros y sinvergüenzas se sigan apoderando de todo.
Me imagino a esos bandidos tomando whiskey de etiqueta azul (los fabrican para ellos), muertos de la risa porque las peleas siguen y poco se fijan en ellos. Sus disfraces funcionan.

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