Porque me había convertido en monotemático decidí dejar de escribir por un tiempo. Y no quería referirme a la navidad o a la pólvora porque ya lo había hecho el año anterior.
Me he dedicado a mis hijos y a leer. Y eso es mucho más importante que comentar sobre esta realidad nacional colombiana.
Estoy leyendo con mucho placer varias cosas al tiempo. Desde la historia de Constantinopla hasta la revista Soho con Carolina Ramírez en la portada. Y por mi computador y mis ojos pasó también el horrible libro sobre las peripecias de la ahora famosa “madame Rochy”.
Afortunadamente me voy de vacaciones y trataré de prestar poca atención al show mediático de la liberación de las tres personas secuestradas por las FARC. Ojalá esto sirva para iniciar algún proceso que permita la liberación de todos los secuestrados por las guerrillas colombianas.
Para terminar quiero reproducir un texto que encontré en el libro “EL OLVIDO QUE SEREMOS” de Héctor Abad Faciolince. “Mi abuelo a veces comentaba sobre mi: A este niño le falta mano dura. Pero mi papá le respondía: Si le hace falta, para eso está la vida, que acaba dándonos duro a todos; para sufrir, la vida es más que suficiente, y yo no le voy a ayudar”.
miércoles, diciembre 26, 2007
martes, diciembre 11, 2007
Las absurdas pasiones
¿Cómo mantener el optimismo cuando se lee que el presidente de Venezuela dice que las relaciones comerciales de ese país y Colombia se deteriorarán como consecuencia del impasse entre los dos presidentes?
Y pensar que yo creía que vivíamos en el siglo XXI. Resulta que no, vivimos en el siglo VI y las disputas de los soberanos afectan a toda las población de los dos países.
Varias veces en mi vida me he encontrado a personas que, de la noche a la mañana, pasan de ser grandes amigos a convertirse en feroces enemigos. Y el motivo no importa, puede ser grave o tonto, pero la furia y la pasión destructiva invaden todo.
No importa que la gente quede desabastecida un tiempo. No importa que dejemos de hacer un negocio. Lo que interesa es dañar al otro y alimentar el odio.
No es fácil responder a las actitudes de ese ex amigo porque lo más probable es que nuestra personalidad sea diferente y no veamos o sintamos ese furor destructivo. Y hacer las paces tampoco parece factible en estos casos. Lo mejor será hacer, sin alharacas, lo mismo que hacen ellos. Buscar nuevos mercados, amigos y negocios.
Lo que escribo en menos de una línea no es fácil de llevar a cabo. Colombia tiene que adoptar, cuanto antes, una estrategia para evitar una crisis. ¿Qué tal pensar que nuestro mercado interno absorba la producción de esos alimentos que por las vías legales o ilegales se van para Venezuela? Por primera vez, en años, podríamos volver a estimular el consumo de nuestros pobres.
Si las raíces comunes son profundas, como lo son las que existen entre Colombia y Venezuela, con el paso del tiempo las cosas volverán a un cauce similar, nunca igual al anterior.
De pronto el furor del Presidente Chávez no puede ayudar a encontrar nuevos mercados en otros lados del mundo y a estimular las condiciones de consumo de alimentos de los colombianos pobres. Y esto puede servir para abonar el gran acuerdo de los colombianos.
Y pensar que yo creía que vivíamos en el siglo XXI. Resulta que no, vivimos en el siglo VI y las disputas de los soberanos afectan a toda las población de los dos países.
Varias veces en mi vida me he encontrado a personas que, de la noche a la mañana, pasan de ser grandes amigos a convertirse en feroces enemigos. Y el motivo no importa, puede ser grave o tonto, pero la furia y la pasión destructiva invaden todo.
No importa que la gente quede desabastecida un tiempo. No importa que dejemos de hacer un negocio. Lo que interesa es dañar al otro y alimentar el odio.
No es fácil responder a las actitudes de ese ex amigo porque lo más probable es que nuestra personalidad sea diferente y no veamos o sintamos ese furor destructivo. Y hacer las paces tampoco parece factible en estos casos. Lo mejor será hacer, sin alharacas, lo mismo que hacen ellos. Buscar nuevos mercados, amigos y negocios.
Lo que escribo en menos de una línea no es fácil de llevar a cabo. Colombia tiene que adoptar, cuanto antes, una estrategia para evitar una crisis. ¿Qué tal pensar que nuestro mercado interno absorba la producción de esos alimentos que por las vías legales o ilegales se van para Venezuela? Por primera vez, en años, podríamos volver a estimular el consumo de nuestros pobres.
Si las raíces comunes son profundas, como lo son las que existen entre Colombia y Venezuela, con el paso del tiempo las cosas volverán a un cauce similar, nunca igual al anterior.
De pronto el furor del Presidente Chávez no puede ayudar a encontrar nuevos mercados en otros lados del mundo y a estimular las condiciones de consumo de alimentos de los colombianos pobres. Y esto puede servir para abonar el gran acuerdo de los colombianos.
lunes, diciembre 03, 2007
Acuerdo y referendo
En los últimos días he estado ausente de mi sede habitual pero siempre a la expectativa de dos temas que ocupaban toda mi atención: el acuerdo humanitario y el referendo de Venezuela.
Me han conmovido profundamente las imágenes de los secuestrados por las FARC y, especialmente, la carta de Ingrid Betancur. Este problema lo tenemos que resolver, solos o con el Presidente de Francia. Lamentablemente todavía hay mucha insensibilidad en toda Colombia. ¿Y qué decir de esos personajes de las FARC? Ya no quedan palabras para su actitud. El secuestro en su modalidad económica es un delito atroz pero tiene una solución. Pero estos secuestros de ahora no tienen parangón sino con los peores crímenes de la humanidad.
¿Podremos volver a ver en libertad a Ingrid y a los demás secuestrados?
Si los liberaran, que comportamiento tendrán las Fuerzas Armadas con sus hombres? Les darían tratamiento de héroes o de traidores?. O simplemente los desecharán?
Al parecer estos compatriotas seguirán soportando esos terribles vejámenes por más tiempo pero no podrá ser mucho más. Colombia no puede permitir que esto siga sucediendo.
Me gusta que la sociedad venezolana se haya pronunciado diciendo no a la reforma propuesta. Pero me gusta mucho más leer y escuchar al movimiento universitario. Los jóvenes están demostrando que pueden surgir nuevos, frescos e inteligentes liderazgos. Sin armas, sin clientelas, sin corrupción.
El Presidente Chávez tuvo que reconocer la realidad pero nos preocupa que sus coléricas reacciones retardadas puedan echar a perder la oportunidad de buscar un acuerdo con la oposición.
El consumismo es una droga que insensibiliza en Venezuela y en Colombia. Sin embargo en el vecino país no fue suficiente.
Me han conmovido profundamente las imágenes de los secuestrados por las FARC y, especialmente, la carta de Ingrid Betancur. Este problema lo tenemos que resolver, solos o con el Presidente de Francia. Lamentablemente todavía hay mucha insensibilidad en toda Colombia. ¿Y qué decir de esos personajes de las FARC? Ya no quedan palabras para su actitud. El secuestro en su modalidad económica es un delito atroz pero tiene una solución. Pero estos secuestros de ahora no tienen parangón sino con los peores crímenes de la humanidad.
¿Podremos volver a ver en libertad a Ingrid y a los demás secuestrados?
Si los liberaran, que comportamiento tendrán las Fuerzas Armadas con sus hombres? Les darían tratamiento de héroes o de traidores?. O simplemente los desecharán?
Al parecer estos compatriotas seguirán soportando esos terribles vejámenes por más tiempo pero no podrá ser mucho más. Colombia no puede permitir que esto siga sucediendo.
Me gusta que la sociedad venezolana se haya pronunciado diciendo no a la reforma propuesta. Pero me gusta mucho más leer y escuchar al movimiento universitario. Los jóvenes están demostrando que pueden surgir nuevos, frescos e inteligentes liderazgos. Sin armas, sin clientelas, sin corrupción.
El Presidente Chávez tuvo que reconocer la realidad pero nos preocupa que sus coléricas reacciones retardadas puedan echar a perder la oportunidad de buscar un acuerdo con la oposición.
El consumismo es una droga que insensibiliza en Venezuela y en Colombia. Sin embargo en el vecino país no fue suficiente.
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