En los últimos dos meses he tenido la ocasión de manejar mi automóvil por algunas carreteras de Colombia y eso me ha permitido reflexionar sobre las infraestructuras de mi país.
Lo primero que hay que decir es que nunca había visto en grado tan satisfactorio las vías que recorrí. Y a la vez, nunca me había demorado tanto transitando por esas carreteras. Esto quiere decir que se ha hecho un gran esfuerzo por mejorar pero el país está demandando una gran inversión.
Como ocurrió con los gastos de seguridad y defensa, Colombia está muy atrasada en carreteras, vías férreas y nuevos puertos. Lo que resulta extraño es que casi todas las reuniones de los congresistas y los gremios de las regiones con el Gobierno nacional tenían un tema principal: las carreteras.
Colombia ha modernizado su infraestructura de telecomunicaciones de una manera notable gracias a las inversiones del estado y de los particulares. En este tema hemos avanzado bastante. Nunca escuché a uno de los políticos pidiendo más líneas telefónicas o más ancho de banda para el Internet.
La llegada a Santa Marta se ha complicado muchísimo por la extraordinaria presencia de un gran número de camiones que transportan carbón para la exportación. Hace falta una gran inversión en ferrocarriles y en volver las troncales vías de doble calzada con separador.
En los años cincuenta se diseñaron y comenzaron a construir obras como la troncal del Magdalena, el ferrocarril del Atlántico y varios aeropuertos como el de Bogotá. Estas obras no han sufrido modificaciones sustanciales y aún tienen que soportar unas cargas que sobrepasan ampliamente a lo diseñado por sus creadores.
Ya existen planes y proyectos que pronto se comenzarán a ejecutar como el túnel de “La línea”, las dobles calzadas entre Bogotá las ciudades de Girardot y Tunja. El Gobierno ya entregó en concesión el aeropuerto Eldorado y tendrá que acelerar la recuperación del río Magdalena y de las vías férreas que conducen a los puertos. Si queremos seguir aprovechando las riquezas de carbón debemos construir un nuevo y moderno puerto que no atente contra el turismo que es tan importante.
Los expertos podrían añadir o controvertir algunas de las obras que he mencionado pero nadie me podrá negar que una de las grandes tareas de los próximos años será la de emprender la construcción de la infraestructura para la primera parte del siglo XXI..
Para hacer esto necesitamos credibilidad en los inversionistas internacionales que prestarán el dinero o harán las inversiones por concesión. Esa credibilidad será muy estable en la medida en que los colombianos dejemos de matarnos, secuestrarnos etc.
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miércoles, enero 30, 2008
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