No son aquellas pequeñas cosas que nos dejó un tiempo de rosas.
Me quiero referir a aquellos pequeños momentos de goce, del placer que nos deja la vida a cada momento si queremos.
Recuerdo la grata sensación de viento fresco con el que me encontré hace poco cuando doblé una esquina cerca de mi casa. No siempre está, he hecho ese cruce miles de veces y solamente en algunas ocasiones en la mañana se repite.
Desde que lo preparo yo mismo he aprendido a disfrutar muchísimo el desayuno. Es la hora de conversar sin afanes. Antes, tenía que salir corriendo a sentarme en una silla. Ahora no corro, salvo cuando sea necesario.
No todas las conversaciones con la gente me producen gratos recuerdos. Sólo muy pocas y los recuerdos los trato de atesorar hasta que la memoria, dura e inexorable, también los borra.
La clave de todo está en tratar de gozar el ahora. Los artistas de la motivación y de la autoayuda lo dicen con la mayor tranquilidad.Salvo momentos culminantes, en la mayoría de las ocasiones hay algo que perturba. Una frase, un recuerdo, otra persona.
No sé si yo sea mejor que antes. Eso no importa. Me duelen más los huesos pero estoy más tranquilo y tengo que tratar menos con gente que no me gusta. Eso me basta, por ahora.
lunes, noviembre 30, 2009
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