viernes, octubre 26, 2007

Que pase esto, rápido!

Lo que estamos viendo en estas elecciones territoriales en Colombia nos hace pensar que nos equivocamos cuando creímos fervorosamente en las elecciones populares.
Que desastre!. Los politólogos podrán decir muchas cosas sobre lo que está en juego. Nosotros podríamos jugar a hacer algunos aportes sin usar palabras rebuscadas. Pero lo cierto es que la calidad de vida de los colombianos no mejorará porque eso a nadie le importa. Solamente el poder, escalar peldaños y el dinero.
En un país con narcotráfico, guerrillas, paramilitares, corrupción e instituciones tan débiles las elecciones territoriales han sido desafortunadas. Y en los lugares donde habían tenido éxitos continuos, se corre el grave riesgo de perder los avances logrados.
Acá los electores prefieren al candidato simpático y promesero al candidato serio. Y prefieren la plata, así de vulgar es el asunto.
Me dirán que prefieren la plata en un acto de desesperación. Eso es mentira. Lo hacen porque no saben o no quieren entender las virtudes que tendría un gobernante serio.
Dar marcha atrás en las elecciones es imposible. Los teóricos no lo aceptarían y la mayoría de los políticos tampoco.
Competir contra los que tienen el gobierno local y departamental y además tienen los cojones de gastar hasta lo que no tienen, no será fácil. Que lejos estamos de esas primeras elecciones populares cuando aquellos no se habían preparado como ahora!

jueves, octubre 18, 2007

Caritas felices

Desde hace varios años me impresionan las elecciones colombianas. Tantos candidatos y tanto dinero invertido harían pensar que vivimos en una vibrante y activa democracia. Estamos llenos de avisos con “caritas felices”.
Hace un tiempo se hizo una reforma para reforzar a los partidos políticos y acabar con algunas prácticas indeseables.
Mirando la muy abundante publicidad de las calles y escuchando la radio se da uno cuenta que esta reforma se quedó corta, muy corta.
Que cantidad de candidatos que no proponen nada. En sus avisos solamente interesa la foto y el número en el tarjetón. El partido político no tiene importancia y por eso se encuentran unas combinaciones extrañísimas. Un candidato al Concejo de Bucaramanga por Convergencia Ciudadana es primo hermano de la candidata de ese mismo partido a la Alcaldía de la ciudad. Pues don Celestino, como se llama el candidato, no está apoyando a su partido y a su prima y se compromete con otro candidato.
El inventor del llamado “voto preferente” logró lo que siempre se busca en Colombia. Cambiar todo para no cambiar nada. Dicen los expertos en politiquería que una lista cerrada está condenada al fracaso porque no hay suficientes personas que jalonen la votación porque solamente quienes se situaban en la cabeza de las listas mostraban motivación. Es que en Colombia los partidos pueden ser muy antiguos o muy nuevos pero son muy débiles para dirigir la logística de elecciones territoriales. Y eso no les preocupa, su único esfuerzo es el de hacer las listas de los candidatos. Lo demás corre por cuenta de las micro empresas electorales.
Todavía algunos siguen hablando de los límites de gasto de las campañas electorales. Que ridiculez. Todo está hecho para gastar sin límites y para disimular. Y no pasará nada porque el Consejo electoral no puede o no quiere. ¿Y quién quiere controlar a los mandatarios en ejercicio que apoyan candidatos?. El año entrante todos tendremos que soportar las maltrechas finanzas por la feria de contratos y de órdenes de prestación de servicios.
Hemos aplaudido el proceso de la para-política pero creemos que la política a secas se merece un millón de procesos por corrupción y malversación de dineros.
¿No creen que ya es hora de forzar una verdadera reforma política?

domingo, octubre 14, 2007

Periodistas de Santander

¿Qué podríamos pedir los damnificados de Álvaro Alférez, Juan Manuel González, Héctor Gómez y Carlos Julio Castellanos?

Nada, el tiempo, quizás muy tarde, hará justicia

Semana de octubre

A pesar de los dolorosos años ochenta de Colombia, no pensaba que viviría una etapa de tanto escepticismo sobre el futuro cercano de mi país. Mis enemigos, tenía bastantes, podrían decir que esa visión se debe a mis actuales circunstancias personales. Quizás antes no tenía la lucidez para apreciar la real dimensión de los que sucede.
Yo alcancé a creer que Colombia podría llegar pronto a igualarse a las naciones de mayor desarrollo. Y en las responsabilidades que tenía a mi cargo siempre evité creer en esa limitación auto impuesta que no nos dejaba señalarnos metas iguales a las de los países europeos.
Creo que nuestra misión personal tiene que ser siempre la de la búsqueda inconforme de la excelencia. No importa que vivamos en Quibdó o en Londres.
Lo que he visto y escuchado en esta semana me deja muy inquieto y preocupado. Todo ese derecho constitucional que estudié hay que olvidarlo.

domingo, octubre 07, 2007

La costumbre

No había vuelto a escribir en este blog porque sentía que siempre tendría que referirme a un único tema porque los demás no tienen importancia.
Y es cierto. Veo los esfuerzos de algunos por buscar la competitividad regional, me gusta que venga a Colombia Michael Porter porque algunos idiotas decían que había pasado de moda. Pero siendo un tema importante, no logró captar mi atención.
El tema es uno y se repite. Si logramos nuevamente ocultar, disimular lo que ha estado sucediendo en Colombia, estaremos condenados a una violencia sin fin.
Estamos presenciando una de las más importantes y corruptas elecciones que ha tenido Colombia en los últimos años. Pero nada pasará, se harán las elecciones y ganarán muchos que no lo merecen y por un tiempo tendrán cierta respetabilidad. Después, cuando se comiencen a apreciar sus fechorías, quizás la justicia actúe pero el daño que causaron fue mucho. No sería más lógico actuar ya y cortar de un tajo a esos que gastan sumas exorbitantes, que están investigados etc.?.
La famosa presunción de inocencia tiene en Colombia un efecto perverso. Los bandidos atacan y desprestigian a los inocentes y los enlodan con calumnias. Como esos inocentes no tienen dinero no se pueden defender y acusan el golpe quizás para el resto de sus vidas. Mientras tanto, los bandidos compran todo y pagan abogados para evitar o dilatar las investigaciones. Se hacen elegir o impulsan a sus candidatos para mantener su poder.
Por supuesto, existe la posibilidad que todas estas apreciaciones que he hecho sean falsas. En últimas, es probable que nada cambie y los hechos podrían demostrar que todo ha sido una terrible infamia elaborada por los enemigos de la patria.
Sin embargo, creo que esto último no es cierto. La cultura colombiana tan propensa al ocultamiento, a eso que alguien llamó el “tapen tapen” desearía que nada fuera verdad para poder seguir diciendo tonterías como la de que tenemos una de las democracias más antiguas de América.
La Corte Suprema de Justicia con alguna frecuencia nos intenta demostrar que esa poderosa fuerza para ocultar se enfrenta a un grupo decidido a buscar la verdad. Y la Fiscalía, no con la frecuencia y rapidez que necesitamos, cumple también con sus deberes y decreta la captura de alguno de los delincuentes con cargo público.
No podemos seguir tratando de negar un hecho pavoroso: tenemos más de treinta congresistas en la cárcel o a punto de ingresar.
Tampoco podemos dejar pasar más tiempo para reconocer los errores que cometimos al tolerar socialmente a los paramilitares. Todos los criminales tienen que pagar y Colombia tiene que rechazar el uso de la violencia por parte de las personas y los grupos. Solamente el estado puede usar la fuerza, nadie más.
Para el bien de Colombia, ojalá podamos cambiar nuestras costumbres y demostrarnos que somos capaces de vivir y progresar con la verdad.

viernes, septiembre 21, 2007

Seguridad en las ciudades

Por muchas razones, Colombia decidió que solamente debía existir un cuerpo de policía y debía tener el carácter de nacional. Además le creó una estructura casi idéntica a la de los militares. A nadie sorprende en Colombia ver a los agentes de policía en formación de orden cerrado como si fueran un ejército.
Es que en mi país todo se confunde. Los policías usan fusiles con uniformes camuflados y el ejército lucha contra los traficantes de drogas. De hecho, la captura más importante que se ha producido en los últimos tiempos la hizo un grupo del Ejército.
Pero este no es el tema que más nos preocupa aunque ha ocasionado problemas de corrupción en las filas de las Fuerzas Militares.
Vamos a escribir sobre la seguridad en las ciudades y el papel de la Policía y de los Alcaldes.
Con las migraciones inevitables por razones económicas y con el desplazamiento de muchos, la convivencia en las ciudades está perturbada. Colombia ha hecho un esfuerzo muy grande por mejorar en la dotación de servicios básicos de agua, alcantarillado, energía y telecomunicaciones y los resultados son muy buenos. A tal punto que uno pensaría lo que habría pasado si nos hubiésemos trazado otros objetivos nacionales en temas diferentes. Pero no hemos sido capaces para hacer mejoras sustanciales en los indicadores de empleo.
Durante años la prioridad de seguridad ha sido la de recuperar el dominio en el territorio nacional y actuar en contra de los subversivos y otros grandes delincuentes.
Creo que ahora ha llegado el momento de atacar con mucha energía a los delincuentes urbanos, sin descuidar la acción contra la subversión y el narcotráfico porque aún son muy peligrosos.
Pero en la acción urbana hay dos factores claves que podrían hacer mucho mejor la tarea. Se trata de la Policía Nacional y los alcaldes municipales.
Algunos con cierta timidez han conversado sobre la necesidad de hacer una transformación importante en la Policía Nacional y yo estoy de acuerdo. Por su estructura similar a la castrense y su centralización, los comandantes regionales son poco estables y siempre están pensando en regresar a la capital de la república. Cuando conocen una región se tienen que ir porque el sistema de ascensos por antigüedad así lo exige o porque se produce una de esas crisis de generales tan frecuentes en los últimos treinta años.
Los alcaldes que nominalmente son jefes de policía en la práctica no lo son y se comprometen muy poco con esa necesidad esencial del ciudadano. Siempre esperan que Bogotá o la capital del departamento les de la gente y los recursos. Ellos creen que los dineros que manejan son para otras cosas, como carreteras o calles, por ejemplo.
En el gobierno de Pastrana apreciamos una política interesante sobre seguridad ciudadana que permitió instalar cámaras de video en sitios estratégicos de las ciudades. Pero los alcaldes que recibieron el regalo no continuaron trabajando en esa línea. Esa es, al menos, la percepción que tengo sobre Bucaramanga mi ciudad.
Y no se trataba solamente de instalar unas cámaras y hacer vigilancia a través de ellas. El programa buscaba como se ha hecho en ciudades como Londres, dividir la ciudad en sectores y ayudados con información poder detectar y solucionar los problemas de cada segmento. No es lo mismo atacar todo el problema de Bucaramanga, que comenzar primero por el sector de San Francisco, sanearlo y controlarlo para después pasar a otro y a otro. Lo pequeño es hermoso y es posible.
Esto requiere comandantes estables, alcaldes comprometidos y ciudadanos decididos a colaborar. Siempre he tenido claridad sobre la colaboración de los gremios y empresarios. Pero los actores principales siempre están en otra cosa o los cambian.
Con este ejemplo se hace evidente que hay que hacer reformas en la legislación municipal y en la del sistema de policía nacional. Es preciso incorporar factores de medición que premien o castiguen con recursos a los municipios que han invertido esfuerzos y recursos en la seguridad ciudadana.
Una mejora de la seguridad en las calles y viviendas de las ciudades es una mejora importante en la calidad de vida de los colombianos.

jueves, septiembre 20, 2007

Renovación urbana

Una de tantas cosas que hay que replantear en Colombia es el de las ciudades.
Y no quiero referirme a asuntos generales, debo mencionar a la ciudad en donde vivo: Bucaramanga.
Que desorden, que fealdad, que falta de generosidad con lo público. No se volvieron a construir parques ni a mantener los que existen, el espacio público es escaso y descuidado y a nadie le importa.
En Cabecera del Llano se derrumban casas y se construyen edificios sin ningún gesto de amabilidad con el espacio público. Si pudieran construir sobre las angostas calles lo harían. Y que los visitantes lleguen caminando porque no se disponen plazas para el parqueo. El diseño arquitectónico ha mejorado pero se nota que la ambición del constructor limita las posibilidades de creación.
Por todos lados hay todo tipo de comercio, nadie limita nada. Se instalan nuevos negocios como restaurantes de calidad pero también invaden zonas de uso común.
Nos creímos el cuento de que Bucaramanga era la ciudad bonita y no hemos hecho nada para merecerlo. El Alcalde anterior con quien tuve varias diferencias se arriesgó, hizo cambios en la carrera 33, instaló puentes peatonales con mejor diseño. Su sucesor no hizo nada para embellecer la ciudad. Ni una flor.
Mientras la densidad de Cabecera se aproxima al absurdo, la mayoría de la meseta está edificada por construcciones viejas de muy pobres especificaciones. Pero hacer una renovación urbana requiere del liderazgo de la autoridad municipal. Hay que escoger un sector y comprarlo o expropiarlo. Y hacerle un plan detallado para crear una ciudad dentro de la ciudad. ¿Por qué no hacer un parque de varias manzanas en la zona sur del centro de la ciudad? Con ese plan definido se convoca a los constructores privados para que participen e inviertan. Tengo la certeza de que lo harán, siempre y cuando se les asignen o vendan espacios de un buen tamaño.
Y para garantizar el éxito de este proyecto se deberían adoptar serias medidas que hagan muy onerosa la construcción de nuevos proyectos en Cabecera. Debemos hacer que el nuevo sector sea la prioridad. Posteriormente, se podrán seleccionar otros para continuar con la renovación de la meseta.
Hemos leído que el Gobierno nacional piensa impulsar acciones para hacer renovación en las ciudades. Ojalá sea así porque tenemos muy presente el papel que jugó la nación en la construcción de los sistemas de transporte masivo. Debería olvidarlo, pero aún recuerdo la actitud de muchos transportadores y autoridades frente a metrolínea. Con mucho estoicismo el Presidente Uribe tuvo que escuchar las impertinencias del alcalde de Girón y de los dirigentes del transporte urbano.

sábado, septiembre 15, 2007

Nombres y más nombres

El poder es para el pueblo dicen algunos demagogos y los locutores deportivos. Si nos atenemos a los nombres de los candidatos debemos afirmar que ya todo el poder es para el pueblo.
Pero evidentemente el tema no es tan sencillo. La política se ha vuelto uno de los mecanismos más importantes para obtener ascenso social y dinero. El tercer elemento que buscan algunos que ya tienen dinero es el reconocimiento social.
El punto que nos lleva a escribir no es el de la ortografía singular de los nombres, ni la tradición de los apellidos. Es que al absurdo sistema político que nos rige, con eso que llaman “voto preferente” hace que lo único que cuente son los nombres y números de los candidatos. Los partidos y movimientos son tantos que no importan. Y, además, la gente se cambia de partido como quien se cambia de camisa.
Todos estos avisos que inundan las ciudades y los hechos recientes nos llevan a sentir mucha nostalgia de tiempos pasados cuando había que obligar a personas prestantes para que aceptaran ser Alcaldes o Gobernadores.
Los demagogos que cité el principio me podrán criticar por la afirmación anterior, pero los hechos están de mi parte. Lamentablemente estos nuevos personajes no han resultado precisamente los mejores y más honestos y eficaces administradores y gobernantes.

lunes, agosto 27, 2007

Solamente llueve

Al leer la columna que publica en EL TIEMPO de Bogotá Armando Benedetti pensé inmediatamente en mi situación.
Si le sucede a un periodista experto y muy veterano por qué no me va a pasar a mí. En Colombia no hay sino dos o tres temas o ya no tengo capacidad de apreciar lo que sucede a nuestro alrededor.
Siempre creí que escribir columnas periódicas de opinión era una labor extraordinariamente difícil. Pero hoy pienso que es un género en extinción. De hecho en los periódicos españoles que reviso con cierta frecuencia se encuentran pocas columnas de este tipo.
Pero advierto cierto cansancio también en blogs que se destacaban por su agudeza y persistencia como el de CIUDAD DE PENSAMIENTO PLANO.
Será que estas insulsas campañas políticas y la incapacidad para llegar a acuerdos o victorias nos han secado el cerebro?
Pero uno ve tranquila a la gente. Estrenando carro y hablando poco. Quizás esa es la vida y el equivocado soy yo.

viernes, agosto 24, 2007

Macaco a Cómbita

Por diversas circunstancias tenía abandonado este espacio al que le he tomado tanto cariño.
Quizás porque me he vuelto obsesivo y lo que intenté escribir me resultaba igual a muchos de mis escritos anteriores.
Pero he vuelto. Y el día que decidí regresar me encuentro con una noticia importante. El gobierno colombiano ha tomado la decisión de cambiar las circunstancias de la detención del narco-paramilitar con el alias de "Macaco" y lo envía a una prisión de máxima seguridad. Al parecer por otras razones también traslada a otro líder paramilitar.
Esta es una demostración, quizás un poco tardía, de que el Gobierno no está dispuesto a todo en su proceso de paz con los paramilitares. Mucha gente estaba pensando que se estaba actuando con demasiada tolerencia frente a estos personajes. No es fácil, están muy enquistados en la sociedad, tienen mucho dinero y sienten que todavía la sociedad colombiana los mira con cierto afecto. Pero, como lo hemos dicho muchas veces, Colombia tiene que expresar de manera contundente su rechazo a este actuar.
De otro lado, e igualmente importante, el presidente Uribe tomó la decisión de buscar un camino nuevo y diferente para alcanzar un acuerdo humanitario con las FARC. Ojalá la Señora Piedad Córdoba con el apoyo del Presidente de Venezuela, o mejor, al contrario, logren algo para solucionar esta dolorosa situación.
Las declaraciones de las FARC mantienen el cinismo de siempre. Y sus hechos tampoco ofrecen muchas esperanzas.

domingo, agosto 05, 2007

Dignidad

En el departamento de Santander en Colombia, donde vivo, cuando una persona le dice a usted que le ha humillado prepárese para una enemistad eterna con consecuencias impredecibles.
Y entendamos humillar en el sentido de herir el amor propio y la dignidad de alguien.
No tuve la ocasión de observar el espectáculo del jueves pasado en la plaza de Bolívar de Bogotá pero me parece que unos y otros estaban en una situación propensa para humillar o ser humillados.
Y aunque los protagonistas del hecho no eran nacidos en estas montañas, se corrió un riesgo muy grande.
Más, muchas más, conversaciones discretas y menos televisión, por favor.

domingo, julio 29, 2007

Tapen, tapen

No conozco sociedades distintas a la colombiana y no sé si en otros lugares se empeñen tanto en encubrir ciertos hechos como en Colombia.
Y no se trata de las estrategias de unos pocos para manipular la historia. No señor, esto sucede en los grandes temas y en los pequeños asuntos.
Ciertos hechos, considerados vergonzosos, se tapan con un manto como el de Harry Potter y se vuelven invisibles. No hablemos de los malo, hablemos de lo bueno es uno de los argumentos que nuestros viejos todavía utilizan.
Yo entiendo que los directamente implicados quieren que no se sepa sobre los hechos que lo avergüenzan, pero lo que sorprende es que los demás casi siempre están de acuerdo. Cuando alguien intenta preguntar recibe una cordial o agresiva reprimenda.
Hoy domingo 29 de julio de 2007 el diario EL TIEMPO publicó una entrevista muy interesante con el Abogado Alfonso Gómez Méndez antiguo Fiscal General. El caso del palacio de Justicia es quizás uno de los mejores ejemplos de lo que estoy intentando explicar.
Ojalá podamos enterarnos de la verdadera historia del asesinato de Álvaro Gómez Hurtado porque todavía nos faltan muchas historias para esclarecer la verdad sobre los hechos que sucedieron en Colombia en los últimos años del siglo XX.
La verdad casi siempre es dolorosa y tiene consecuencias. Los responsables tienen que pagar por sus faltas y los héroes tienen que ser exaltados. Verdades a medias son mentiras. Y las mentiras no hacen país. Hacen ricos a algunos pero destrozan a la nación.
Por supuesto, algunos muy hábiles lograrían mantenerse impunes pero no sería gracias a una decisión de estado.
Los delitos políticos son una forma sutil de eludir responsabilidades y de justificar atrocidades. Se ha considerado un gran logro que los derrotados tengan una salida que haga menos penosa su situación y le mantenga una cierta legitimidad. Creo que estos conceptos ya no tienen vigencia porque son una más de las formas más importantes para tapar, esconder las responsabilidades. Y las sociedades pueden aceptar transitoriamente esos indultos, amnistías etc., pero, al final, lo que queda es escepticismo, falta de fe y confianza en las instituciones.