Hace unos años cuando conversaba con una persona que recién comenzaba en la empresa donde trabajábamos me decía algo que me desconcertaba y enfurecía: "es que yo no sabía que lo que me dijo era en serio"
Y así son las cosas por mi tierra colombiana. No sé si esa persona lo que esperaba eran órdenes tajantes o tal vez creía que una cosa es lo que se dice y otra la que se hace. Finalmente nuestra comunicación mejoró y esa pregunta pasó a ser motivo de risas.
Creemos que este cambio del mundo y del país va en serio definitivamente. Y quizás esto implique volver a atrás en muchas cosas como escribe Umberto Eco. No sabemos, pero intuímos que estamos iniciando un proceso para armar un nuevo orden mundial.
El mundo progresó muchísimo en estos últimos sesenta años. Unos ganaron más que otros. Colombia es otra, mejoró en muchos aspectos pero no ha logrado hacer una nación. Por eso nos rezagamos y otros nos tomaron la delantera. Sin embargo, la actual coyuntura ofrece las ventajas tomar atajos para apuntar con energía hacia los factores que van a generar el nuevo progreso de los próximos años.
Y si uno mira con cuidado las viejas prioridades de siempre no cambian. Es preciso volver a convertir a Colombia en un buen productor agrícola y ganadero para satisfacer bien a nuestra creciente población y para exportar.
La administración pública tiene que mejorar en sus métodos y la rama jurisdiccional tiene que ser más eficiente. Y podríamos seguir enumerando muchos más.
Pero el problema fundamental de Colombia es de valores sociales. Esa tan famosa institucionalidad colombiana se ha perdido y es preciso rehacerla. Todos debemos comprometernos a jugar limpiamente con las reglas que nos impongamos. Nada de argucias y marrullas porque eso recibirá una severa sanción administrativa, penal y social.
Algunos de las personas que conozco miran con desprecio a nuestros compatriotas indígenas. Como si casi todos no lleváramos varias gotas de esa sangre. Pues esa gente ha dado últimamente unas muestras muy fehacientes de ser un grupo más cohesionado que todos los demás blancos, mestizos etc. que habitan por acá. Y quiero ilustrar lo que afirmo con una historia de hoy. Hace poco escuché por el radio que habían encontrado que varios directivos de una de esas pirámides del Putumayo escapaban escoltados por agentes y oficiales de la Policía. Escuché a un oficial de la Policía tratando de desmentir el hecho con tan poca vehemencia que pensé que lo que decía no era cierto. Al medio día me enteré que quien había capturado a los fugitivos era el Ejército de Colombia y los había entregado a la Guardia Indígena de Orito Putumayo. Vi por la televisión como los paseaban por todo el pueblo para que la gente los reconociera, de conformidad con una tradición de los indios. Esto que narro ocurrió el 24 de noviembre de 2008.
Es en serio que los políticos que hicieron pactos con los paramilitares tienen que ir a la cárcel y sus amigos abandonar inmediatamente los cargos públicos que alcanzaron por su poder electoral. La Justicia ha sido demasiado lenta pero a veces reacciona y actúa. Todo el mundo decía que el ex senador Gil tenía arreglados sus problemas y hoy vemos que no era así. Se reunió con todos los jefes paramilitares que tenían mando en Santander y no precisamente para promocionar los servicios de su partido empresarial.
En la política merodean muchos parásitos que sobreviven con los dineros que perciben de todos los candidatos. Todos los conocen y saben que sus lealtades no existen. Lamentablemente la gente los sigue y vota por quien le indiquen a cambio de migajas de pan. Si existieran reales partidos políticos y no solamente franquiciantes de una marca, se podrían hacer esfuerzos serios para rebajar costos y marginar a esos parásitos. Algunos de ellos ocasionalmente armados y la mayoría merodeadores de las administraciones públicas.
Decía Alfonso Valdivieso que Colombia ha vivido de crisis y siempre tarde logramos superar el problema. Pero nunca, ni siquiera cuando creímos que la solución consistía en hacer una nueva constitución, hemos podido aprovechar las crisis para hacer verdaderas transformaciones para superar todos esos palos que obstruyen la rueda del progreso y la paz de Colombia.
No me quiero ir de este mundo sin ver un cambio, sin ver que Colombia hace un verdadero esfuerzo por ponerse de acuerdo en pos de unos objetivos que lleven a mejorar la calidad de vida de sus habitantes y aumentar la riqueza. Quiero que los desplazados vuelvan a donde deseen. Quiero que los colombianos que se fueron tengan ganas de regresar.
miércoles, noviembre 26, 2008
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